10.2.09

el paisaje de la contradicción (6)

II Bienal de Canarias. Arquitectura, arte y paisaje.
Este proyecto tiene evidentes dimensiones culturales y también artísticas, pero excede con mucho la dimensión estética. La bienal, para resultar creíble y respetable, debe abordar estos problemas, pero ni por asomo puede resolverlos. Una bienal de paisaje en Canarias debería tener un programa, inscrito en un plan estratégico vinculado a su vez a una política orientada al análisis de las posibilidades de transformación del modelo económico hacia un horizonte de sostenibilidad; este programa debería, a su vez, generar un determinado número de proyectos que deberían, obviamente, circunscribirse al ámbito del arte.
Como no existen esas políticas ni esos planes, podemos sentir la tentación de exigirle al programa de la bienal no ya que los aliente (que haga ver su carencia) sino incluso que los suplante. En las últimas décadas, el arte se ha convertido en una especie de orfanato o centro de acogida para actividades creativas o especulativas que no encuentran otro espacio económico o institucional. Llamamos área de cultura o ‘centro de arte’ a un refugio para especies amenazadas de extinción en el ecosistema del mercado. Esta circunstancia es inevitable y ya incluso canónica: son sobre todo los especialistas en arte, los profesionales de un medio específico, autónomo y casi ‘alienado’, los que esperan de él compromisos extraartisticos inespecíficos, heterónomos y comprometidos. Por otra parte, las voces críticas con el modelo de desarrollo vigente ocupan en Canarias un arco extraparlamentario, no disponen pues de espacio institucional, lo que las convierte en candidatas al ingreso en los centros de acogida de las artes que, a su vez, tienen una especial disposición a (auto)legitimarse a través de su contribución a esa causa. Independientemente de su grado de convicción, el arte ha descubierto en el compromiso con las causas perdidas un vehículo de promoción. La bienal debe atender a esta circunstancia que no es sólo ‘externa’ sino también ‘interna’ (no es sólo que las voces críticas extraartísticas esperen de la bienal que asuma su compromiso, es que las voces académicas, intrartísticas, lo entienden también como valor estético). También en este punto es fundamental diferenciar los medios y los fines.

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