‘Paisaje’ es el modo cultural de mirar el país. Proyecta sobre él la imagen de un valor intrínseco que transciende otros intereses especulativos. De esta forma, le da sentido y unidad a (la imagen de) el territorio. El ser humano, consciente de que su manera de mirar el mundo se traduce siempre en dominación y explotación, y temeroso de ese poder y predisposición, crea un concepto ‘conservador’ (hoy diríamos conservacionista) para sustituir el viejo carisma de la naturaleza en el mundo secular moderno (tendente a agrimensurar el territorio y traducirlo a metros cuadrados). El paisaje es pues una herramienta conceptual humana para contrarrestar el poder destructor de las herramientas conceptuales humanas. Por eso emigró pronto del ámbito estético al ‘funcional’ (a la geografía, economía, ordenación del territorio, política…) con su contenido ‘disfuncional’.
Por eso el paisaje es un problema esencial en Canarias, una comunidad donde resulta urgente construir y proyectar un imaginario que oponga resistencia conceptual al uso venal y especulativo del territorio. Curiosamente, el paisaje es uno de los elementos promocionales de la marca ‘Canarias’ y, en consecuencia, uno de los máximos responsables de la sobreexplotación del territorio. El paisaje, visto como valor en sí, disocia su forma de la estructura socioeconómica que lo modeló, convirtiendo el país en un parque temático. Un parque temático que, curiosamente, no es un simulacro, pues, a diferencia del paisaje ‘vernáculo’ profiláctico, sí responde a una estructura socioeconómica real.
Por eso el paisaje es un problema esencial en Canarias, una comunidad donde resulta urgente construir y proyectar un imaginario que oponga resistencia conceptual al uso venal y especulativo del territorio. Curiosamente, el paisaje es uno de los elementos promocionales de la marca ‘Canarias’ y, en consecuencia, uno de los máximos responsables de la sobreexplotación del territorio. El paisaje, visto como valor en sí, disocia su forma de la estructura socioeconómica que lo modeló, convirtiendo el país en un parque temático. Un parque temático que, curiosamente, no es un simulacro, pues, a diferencia del paisaje ‘vernáculo’ profiláctico, sí responde a una estructura socioeconómica real.
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