10.2.09

el paisaje de la contradicción (1)

II bienal de Canarias. Arquitectura, arte y paisaje.
La bienal es el formato arquetípico que ha adquirido el arte académico en su vertiente popular y el arte de crítico en su vertiente espectacular. Frente a las Ferias, determinadas por el mercado, las bienales cuentan con curadores que aplican criterios independientes. Sin embargo, su vertiginosa proliferación e institucionalización ha determinado que estos comisarios hayan cambiado los criterios, difíciles de asentar a ritmo bienal, por la agenda, fácil de engordar en las propias bienales. Las bienales exponen obras cuyo principal mérito es haber sido expuestas en bienales, a un ritmo que dificulta la posibilidad de pensar su pertinencia. Dado que las bienales son las ferias de los territorios que no tienen mercado, importan presencia cultural en forma de obras cuya radicalidad formal responde a un canon preestablecido y cuya radicalidad intelectual resulta políticamente correcta y, por lo tanto, previsible. Por eso sirven para maquillar las gestiones políticas con un barniz de compromiso retórico. Como cualquier otro evento de la festivalización de la cultura, pasan por el territorio como los americanos de Bienvenido Mr. Marshall, no sin antes pregonar la importancia de la acción enraizada en lo local. No obstante, favorecen la visibilidad de los artistas locales, y son, por lo tanto, una oportunidad para que la creación en Canarias salga del ostracismo al que parece condenada. La gran duda es hasta qué punto se puede lograr este objetivo sin necesidad de plegarse a la lógica perversa de estas franquicias del arte metropolitano, que condena a las provincias a seguir siendo provincias, es decir, a contar con artistas exiliados que marquen exteriormente el nivel del desierto cultural interior.

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